Archivo | enero 2011

Obispo dice que si no tienes hijos no tienes dignidad humana

La Iglesia Católica nos tienen acostumbrados a las frecuentes discursos y rasgadas de vestiduras cada vez que se habla de métodos anticonceptivos y matrimonio gay. Ahora es el turno para el Arzobispo de Lima y el obispo de Córdoba, en España.

«No es católico»

El arzobispo de Lima, Cardenal Juan Luis Cipriani, se horrorizó ante las declaraciones de que la campaña presidencial de Alejandro Toledo tiene dentro de su plan de gobierno uniones civiles para las parejas del mismo sexo.

Cipriani, ignorando que una país demócratíco debe ser laico, y que de lo que se habla es de matrimonio civil afirmó: «no son católicas» y «no están en el orden natural». «El matrimonio es entre un hombre y una mujer que se une para siempre» (sin divorcio).

En un estado laico no deben imponerse los dogmas de una religión. Negar el derecho a las parejas del mismo sexo a contraer matrimonio aduciendo que no es católico, seria lo mismo que negar las transfusiones de sangre por no ser algo «testigo de Jehová».

El argumento de que el matrimonio homosexual no está en el orden natural se vuelve contra si si preguntamos ¿acaso el matrimonio heterosexual está en un «orden natural»? El matrimonio, el divorcio, los contratos laborales y las asociaciones sindicales, así como los clubes de fútbol son construcciones sociales. No hay un gen de matrimonio. Claro está que la reproducción está fundamentada en la cópula de una pareja de sexo diferente. Pero una copula no hace un matrimonio, ni la naturaleza exige un rito para que un Homo sapiens perpetue sus genes.

Hay que distinguir entre nuestro ordenamiento social y jurídico y la reproducción humana. Algo difícil de hacer para la ICAR que piensa que el matrimonio es para traer hijos. Prueba de ello es la homilia del obispo de Córdoba (España) Demetrio Fernández, el pasado 26 de diciembre de 2010:

«El hombre contemporáneo se aparta de este proyecto de Dios cuando se deja contagiar por la mentalidad anticonceptiva de nuestra época. En muchos ambientes y en muchos corazones la aspiración es a disfrutar lo más posible de la sexualidad humana como fuente de placer, evitando a toda costa el nacimiento de un nuevo hijo en el seno de la familia. Esta mentalidad no es nueva, es tan vieja como el hombre. Pero en nuestros días se ha acentuado, empleando para ello los medios técnicos al alcance, que hoy son mayores que en otras épocas: la píldora anticonceptiva y todos los métodos químicos o artificiales para impedir la fecundación, llegando incluso a la esterilización masculina o femenina que convierte al varón y a la mujer en un simple objeto, perdida ya su dignidad de persona humana«

¿Con qué derecho este señor viene a decir que una persona que se haya hecho la vasectomía o una ligadura de trompas no tiene dignidad humana? Quizás el padre pedófilo Marcial Maciel, que dejo varios hijos regados, tenía mucha dignidad humana, ya que nunca cortó sus conductos deferentes!

La Unesco quiere «homosexualizar» al mundo

Siguimos con el obispo Demetrio Fernández. En la misma homilia afirmó que la Unesco tiene un plan para homosexualizar el mundo en 20 años.

«El “ministro” de la familia en el gobierno del Papa, el cardenal Antonelli, me comentaba hace pocos días en Zaragoza que la Unesco tiene programado para los próximos 20 años hacer que la mitad de la población mundial sea homosexual. Para eso, a través de distintos programas, irá implantando la ideología de género, que ya está presente en nuestras escuelas.

Es decir, según la ideología de género, uno no nacería varón o mujer, sino que lo elige según su capricho, y podrá cambiar de sexo cuando quiera según su antojo. He aquí el último “logro” de una cultura que quiere romper totalmente con Dios, con Dios creador, que ha fijado en nuestra naturaleza la distinción del varón y de la mujer.»

Pues vaya que este señor tiene confundidas las cosas. Una cosa es la orientación sexual (heterosexual, homosexual o bisexual) y otra la identidad de género (sentirse hombre o mujer).

Las personas que cambian de sexo, sienten que su mente es del sexo contrario al de su cuerpo. Condición conocida como «disforia de género» y muestra que el cerebro juega el principal papel en la identidad de género y no si tus bolas son ovarios o testículos. Pues bien la neurología ha llegado a lo conclusión que la mejor manera de manejar la disforia de género es hacer un reasiganción de sexo de manera quirúrgica. Cabe decir que nuestro cerebro también coordina nuestra orientación sexual. Algunos genes estarán detras de estras redes neuronales que bien se empiezan a organizar en el desarrollo embrionario. Así pues, las dicusiones que invocan a Adán y Eva, y el «orden natural» estarían mejor en un anaquel dedicado a la Edad Media, junto con la Iglesia Católica.

Extraído de Sin dioses de 22/01/2011.

Artículo original en : http://blog-sin-dioses.blogspot.com/2011/01/obispo-dice-que-si-no-tienes-hijos-no.html

Dios no es inocente

Tras apoyar una polémica campaña en 2008, la frase «probablemente Dios no existe» sirve de base a Joan Carles Marset y Gabriel García Voltà para reivindicar la vigencia del ateísmo

Después de la Segunda Guerra Mundial dio la impresión de que la religión iba a quedar reducida a una reliquia del pasado y a una práctica privada y familiar sin apenas impacto social. Especialmente en Europa parecía que la utopía de la vida plena y feliz podría alcanzarse en este mundo, en Occidente, con el disfrute de la sociedad de consumo, y en Europa oriental, gracias a la edificación del socialismo. La llegada de la crisis económica a mediados de los años setenta puso de manifiesto las contradicciones de ambos modelos y dio alas a los que aún combatían contra una moral laica y un mundo sin Dios. Empezaba una contrarrevolución fundamentalista que iba a inundar buena parte del planeta. Los fundamentalistas de cualquier religión defienden que sus textos sagrados son la expresión literal de una Verdad Absoluta inspirada directamente por Dios y se comprometen en una lucha por conseguir que tanto la vida social como la política respondan a esas verdades inmutables y eternas. Los males sociales tienen como causa el pecado y el alejamiento de Dios -una idea bien medieval-. Las soluciones hay que buscarlas en Dios porque sólo en Él hay respuestas seguras. Es ésta una visión del mundo un poco «colectivista»: no importan ni el origen étnico, ni el familiar, ni el social. Las convicciones religiosas y el modo de vida sirven de argamasa social y diluyen las diferencias. No obstante, pronto se descubre en sus programas una fuerte nostalgia del pasado y lo que podríamos calificar de un «igualitarismo de derechas». En muchos lugares los fundamentalistas están firmemente en contra del aborto y la homosexualidad, exigen el mantenimiento de la familia tradicional y de un sistema educativo que expulse de las aulas el darwinismo y cualquier interpretación del mundo ajena o contraria a los textos sagrados.

¿Por qué se mantienen aún hoy las religiones en la conciencia de los seres humanos cuando parece que son abiertamente contradictorias con todas las certezas del mundo actual? La respuesta es tan compleja como compleja es la realidad social en la que vivimos. En el mundo actual hay más de mil millones de personas en una situación de pobreza desesperante, el analfabetismo sigue siendo una plaga en muchos lugares y en amplias zonas del planeta los gobiernos y las clases dirigentes siguen confiando en la religión como mecanismo de control social, por lo que favorecen y financian su difusión. La familia constituye también un semillero fundamental de nuevos creyentes. Su impacto sobre niños y jóvenes es muy grande, sobre todo si la religión familiar es también la socialmente dominante. Esta doble presión es casi irresistible, una auténtica jaula de hierro de la que es difícil escapar. El mejor ejemplo de lo dicho es el mundo islámico actual, en el que se juntan todos los factores del problema: un escaso impacto del liberalismo político y de la modernización socioeconómica, frecuentes crisis políticas motivadas en parte por un conflicto crónico con Occidente y una religión que impregna desde hace muchos siglos toda la vida social. Es en el mundo islámico -y en Estados Unidos- donde el integrismo ha encontrado más adeptos. El texto coránico está más allá del tiempo, de las especificidades culturales, de los cambios sociales y de los contextos políticos. Su interpretación y su aplicación no pueden ser objeto de ninguna aclimatación ni adaptación. Las disposiciones coránicas son válidas en todo tiempo y en todo lugar, son universales e intemporales. No se puede tener razón contra Dios. Durante siglos el cristianismo europeo bebió de las mismas convicciones y aplicó idénticas fórmulas. La jerarquía católica tampoco defiende en la actualidad ideas muy distintas: las leyes del Estado tienen que ajustarse al orden natural querido por Dios, que prevalece sobre la inconstante y frágil voluntad humana. Es decir, los obispos se reservan la última palabra sobre la legitimidad del ordenamiento jurídico democrático que no puede ir contra Dios, o sea, contra los intereses de la jerarquía católica.

¿Es o ha sido necesaria y útil la religión? También ésta es una pregunta de difícil respuesta. Todos tenemos una opinión personal a esta pregunta y con frecuencia nuestras apreciaciones no son coincidentes. Planea sobre esta cuestión casi siempre la formación intelectual del que opina. Una mente tan lúcida como la de Richard Dawkins da una respuesta claramente biológica y determinista a la cuestión en su libro El espejismo de Dios. Para él, la religión ha sido una gran derrochadora de recursos materiales y humanos a lo largo de la historia. Aparentemente, millones de personas han muerto por su culpa y es difícil justificar el despilfarro que significan las pirámides de Egipto o las catedrales góticas -si Dawkins se plantease también para qué han servido palacios como el de Versalles, quizá se pondría en la pista de la buena respuesta-.

(…) Las religiones han sido -y son- ideologías, es decir, creencias y conceptos que explican el conjunto del mundo a quienes las sustentan. Como ya demostró Marx, las ideologías no son ni inocentes ni neutrales. Las ideologías son frecuentemente mecanismos de dominación de las clases dirigentes. Éstas presentan sus intereses al conjunto de la sociedad como los intereses de todos para reforzar su hegemonía. La ideología ayuda a la clase dominante a verse a sí misma como detentadora del poder y de la riqueza por méritos propios y desarrolla en la conciencia de las clases subalternas la convicción de que viven en un mundo quizá injusto, pero inmutable, en el que es mejor obedecer que resistir. En este sentido, las catedrales y los palacios como Versalles tenían un fuerte valor simbólico, porque expresaban con gran majestad y belleza el poder y la superioridad de la clase dirigente ante las clases dominadas, al mismo tiempo que halagaban la vanidad de las primeras y hacían su vida mucho más confortable. El poder de los símbolos puede ser más efectivo que el de las bayonetas. Ésta ha sido una función clave -aunque desde luego no la única- de la religión en largos periodos de la historia de la humanidad: ser un eficaz instrumento de dominación. Por otro lado, ya sabemos que los muertos atribuidos a la locura religiosa tenían frecuentemente otros asesinos, aunque la religión pudiese servir como coartada ideológica y justificación moral de cualquier atrocidad. Para explicar según qué cosas es más útil la historia que la biología.

¿Y cuál es la utilidad de la religión hoy? En los países económicamente desarrollados y cultos, la física y la biología la han sustituido desde hace tiempo como interpretación del mundo. Las religiones han reconocido su derrota -aunque hay excepciones como Estados Unidos, donde los creacionistas siguen librando una guerra imposible en favor del Génesis- y se han refugiado en su papel de consoladoras del dolor humano y orientadoras morales. En esta última función tienen depositadas sus últimas esperanzas de supervivencia y en este campo siguen considerándose depositarias de una verdad última, intangible, que está por encima de las verdades transitorias, efímeras, ilusorias de la sociedad humana.

Probablemente Dios no existe, de Joan Carles Marset y Gabriel García Voltà. Ediciones Bronce. Fecha de publicación: 24 de noviembre. Precio: 17 euros.

Extraído de El País de 22/11/2009

Artículo original en:

http://www.elpais.com/articulo/reportajes/Dios/inocente/elpepusocdmg/20091122elpdmgrep_10/Tes

Ricky Gervais: Por qué soy ateo

Traducido por Daniel Barona Narváez.
¿Por qué no crees en Dios? Me hacen esta pregunta todo el tiempo y siempre trato de dar una respuesta sensible y razonada. Esto es usualmente incómodo, una pérdida de tiempo, e inútil. Las personas que creen en Dios no necesitan pruebas de su existencia, y ciertamente no desean evidencias de lo contrario. Son felices con sus creencias. Incluso dicen cosas como “es verdad para mí” o “eso es fe”. Aún así doy mi respuesta lógica porque siento que no ser honesto sería denigrante y maleducado. Es irónico, entonces que el hecho de que “no creo en Dios porque no hay evidencia científica en lo absoluto para su existencia, y por lo que sé, la definición misma es una imposibilidad en este universo conocido”, sea al mismo tiempo algo denigrante y maleducado.
La arrogancia es otra acusación, lo cual parece particularmente injusto. La ciencia busca la verdad, y no discrimina. Para bien o para mal, descubre cómo son las cosas. La ciencia es humilde. Sabe lo que sabe, y sabe qué es lo que no sabe. Basa sus conclusiones y creencias en evidencia sólida –evidencia que es constantemente actualizada y mejorada. No se ofende cuando nuevos hechos salen a la luz. Abraza al cuerpo de conocimiento. No se sostiene en prácticas medievales porque ellas son tradición. Si lo hubiera hecho, no podrían utilizar la penicilina, tendrías que hacer un agujero a través de tus pantalones y rezar. Cualquier cosa que “creas” no es tan efectiva como la medicina. De nuevo puedes decir “esto funciona para mi”, pero también los placebos. Mi punto es que digo que Dios no existe. No digo que la fe no existe, sé que la fe existe; la veo todo el tiempo. Pero creer en algo no lo hace verdadero. Esperando que algo sea verdad no lo convierte en verdad. La existencia de Dios no es subjetiva: el existe o él no existe. No es una cuestión de opinión. Tú puedes tener tus propias opiniones, pero no puedes tener tus propios hechos.
¿Por qué no creo en Dios? No, no, no. ¿Por qué TÚ crees en Dios? Seguramente la carga de la prueba cae sobre el creyente. Ustedes empezaron esto. Si yo vengo y te digo “¿por qué no crees que yo pueda volar?” tu dirías, “¿por qué debería hacerlo?”. Yo respondería “porque es una cuestión de fe”. Y si yo luego dijera “Prueba que no puedo volar. Prueba que no puedo volar… ¿ves?, ¿ves? No puedes probarlo, ¿o sí?”, probablemente te irías caminando o llamarías a seguridad, o me arrojarías a través de la ventana gritando “vuela entonces lunático”.
Este es, por supuesto, un tema de espiritualidad, la religión es un tema diferente. Como ateo, no veo nada de “malo” en creer en un dios. No pienso que exista un dios, pero la creencia en él no hace daño. Si te ayuda de algún modo, entonces está bien por mí. Es cuando las creencias empiezan a infringir los derechos de otras personas lo que me preocupa. Nunca negaré tu derecho a creer en un dios, pero sí me preocuparé de que no maten gente que cree en un dios diferente, por ejemplo; o que apedreen a alguien hasta la muerte porque tu libro sagrado dice que su sexualidad es inmoral. Es extraño que alguien que cree que un ser todopoderoso y omnisapiente responsable por todo lo que pasa, querría también juzgar y castigar a la gente por lo que es. De lo que puedo ver, el peor tipo de persona que puedes ser es un ateo. Los primeros cuatro mandamientos inciden sobre este punto. “Hay un Dios, yo soy Él, nadie más lo es, ustedes no son tan buenos y no lo olviden”. (“No matar” no se menciona hasta el punto número seis).
Cuando me veo confrontado con alguien al que le desagrada mi carencia de fe religiosa, simplemente digo “es la manera en la que Dios me hizo”.
¿Pero realmente de qué son acusados los ateos?
La definición de diccionario de Dios es “un creador y supervisor sobrenatural del universo”. Incluidos en esta definición están todas las deidades, diosas, y seres sobrenaturales. Desde los inicios de la historia registrada, la cual está definida por la invención de la escritura por los Sumerios alrededor de 6000 años atrás, los historiadores han catalogado más de 3700 entes sobrenaturales, de los cuales 2870 pueden ser considerados deidades.
Así que la próxima vez que alguien me diga que cree en Dios, diré “¿En cuál? ¿Zeus?, ¿Hades?, ¿Júpiter?, ¿Marte?, ¿Odín?, ¿Thor?, ¿Krishna?, ¿Vishnu?, ¿Rá?…”. Y si dice “Sólo Dios. Yo solo creo en el único Dios”, señalaré que es casi tan ateo como yo. Yo no creo en 2870 dioses, mientras que él no cree en 2869.
Yo alguna vez creí en Dios. Me refiero al Dios cristiano.
Yo amé a Jesús; él era mi héroe. Más que las estrellas de pop, más que los futbolistas, más que Dios. Dios por definición era omnipotente y perfecto. Jesús era un hombre, y tuvo que luchar en ello. Tuvo tentaciones pero venció al pecado; tuvo integridad y coraje. Pero era mi héroe porque era bueno. Y era bueno con cualquiera. Él nunca presionó ni fue tirano ni cruel con sus coetáneos. No le importaba quién fueras. Él te amaba. ¡Qué tipo!, yo quería ser como él.
Un día, cuando tenía unos 8 años de edad, estaba dibujando la crucifixión como parte de mi tarea de estudio de la Biblia. También amaba el arte, y la naturaleza. Amaba cómo Dios había hecho a todos los animales; eran casi perfectos. Incondicionalmente bellos. Era un mundo maravilloso.
Yo viví en un área urbana de clase trabajadora muy pobre llamada Reading, a unas 40 millas al oeste de Londres. Mi padre era un jornalero y mi mamá ama de casa. Nunca me avergoncé de la pobreza; era casi noble. Incluso, todos los que yo conocía estaban en la misma situación, y yo tenía todo lo que necesitaba. La escuela era gratis, mi ropa era barata y siempre limpia; y mamá estaba siempre cocinando. Ella estaba cocinando el día que yo dibujaba la crucifixión.
Yo estaba sentado en la mesa de la cocina cuando mi hermano llegó a casa. El era 11 años mayor que yo, así que tendría unos 19. Era tan listo como cualquiera que yo conocía, pero también era molesto. Siempre contestaba todo y se metía en problemas. Yo era un niño bueno; iba a la Iglesia y creía en Dios – que alivio para una madre de clase trabajadora. Verán, al crecer en donde yo viví, las mamás no aspiraban a algo tan alto como para querer que sus hijos fueran doctores; simplemente esperaban que sus hijos no vayan a la cárcel. Háganlos crecer creyendo en Dios y serán buenos y respetuosos de la ley. Es un sistema perfecto. Bueno, casi. 75% de los Americanos son cristianos temerosos de Dios; 75% de los prisioneros son cristianos temerosos de Dios. 10% de los Americanos son ateos; 0.2% de los prisioneros son ateos.
En fin, ahí estaba yo dibujando muy feliz a mi héroe, cuando mi hermano mayor Bob preguntó “¿por qué crees en Dios?”. Una simple pregunta, pero mi mamá entró en pánico. “Bob”, dijo ella en un tono que yo sabía que significaba “cállate”. ¿Por qué era eso algo malo para preguntar? Si había un Dios y mi fe era fuerte, no importaba lo que dijera la gente.
¡Un momento! Dios no existe. Él lo sabe y ella lo sabe en su interior. Era tan simple como eso. Empecé a pensar acerca de ello y haciéndome más preguntas, y después de una hora, era un ateo.
Wow, Dios no existe. Si mamá me había mentido acerca de Dios, ¿también lo había hecho con Santa? Sí, por supuesto, ¿pero a quién le importa? Los regalos seguían viniendo, así como los regalos de mi recién descubierto ateísmo. Los regalos de la verdad, la ciencia, y la naturaleza. La verdadera belleza de este mundo. Aprendí de evolución – una teoría tan simple que solo el más grande genio de Inglaterra había dado con ella. La evolución de las plantas, los animales, y nosotros – con imaginación, libre albedrío, amor y humor. Nunca más necesité una razón para mi existencia, solo una razón para vivir. Y la imaginación, el libre albedrío, el amor, el humor, la diversión, la música, los deportes, la cerveza y la pizza son todas muy buenas razones para vivir.
Pero vivir una vida honesta – para ello tu necesitas la verdad. Esa fue la otra cuestión que aprendí ese día: que la verdad, aunque chocante e incómoda, al final lleva a la liberación y a la dignidad.
Así que, qué significa realmente la pregunta “¿por qué no crees en Dios?”. Yo creo que cuando alguien pregunta eso, en verdad están cuestionando sus propias creencias. En cierto sentido, ellos preguntan “¿qué te hace tan especial?”, “¿cómo es que no te lavaron el cerebro como al resto de nosotros?”, “¿cómo te atreves a decir que soy un tonto y que no iré al cielo?”. Seamos honestos, si una sola persona creyera en Dios, sería considerada algo extraña. Pero como es una visión muy popular, es aceptada. ¿Y por qué es una visión tan popular? Es obvio, es una proposición atractiva. Cree en mí y vivirás por siempre. De nuevo, si fuera solo materia de espiritualidad estaría bien. “Haz a los otros…” es una buena regla. Yo vivo según ella. Perdonar es probablemente la mayor virtud que existe. Pero eso es exactamente lo que es: una virtud. No solo una virtud cristiana. Nadie es dueño de la capacidad de ser bueno. Yo soy bueno, solo que no creo que vaya a ser recompensado por ello en el cielo. Mi recompensa es aquí y ahora. Es saber que trato de hacer lo correcto; que vivo una vida buena. Y ahí es donde la espiritualidad realmente pierde su camino: cuando se convierte en una herramienta para golpear a la gente. “Haz esto o te quemarás en el infierno”.
No te quemarás en el infierno, pero sé bueno de todos modos.
Extraído de Naturaleza y racionalismo de 10/01/2011

«Es hora de que la Iglesia pida perdón por tantos actos de agravio»

La Comisión pola Recuperación da Memoria Histórica subraya el apremio con el que la Iglesia debería disculparse por su complicidad con la represión franquista.

La campaña para rescatar del olvido y del desconocimiento los más de 5.000 nombres de víctimas de la represión franquista en Galicia seguirá plenamente activa en 2011.

La Comisión pola Recuperación da Memoria Histórica ha avanzado que el escrito dirigido al presidente de la Conferencia Episcopal Española, Antonio María Rouco Varela, invitándole a visitar las fosas gallegas, es una forma de «contestar» las palabras que Benedicto XVI dirigió a los periodistas en el avión papal que le traía de visita a España y en las que comparaba el secularismo actual con el de los años de la II República.

«Si el Papa hizo esas declaraciones en calidad de jefe de Estado, no tiene porqué injerir en asuntos de otros Gobierno, y si las hizo como opinión de autoridad moral, que las haga en privado». Rubén Afonso, miembro de la Comisión, ha explicado a Público.es que en la respuesta a las palabras del pontífice han querido dejar claro que están a favor de un «pacto por la laicidad» y en contra de la presión de la jerarquía católica para «imponer» su moral.

«Creemos que ya es hora que, en 2011, la Iglesia pida perdón públicamente por su apoyo a tantos actos de agravio». Afonso lamenta el papel de la institución que bautizó como ‘Santa Cruzada’ los actos de represión, «fueron cómplices del golpe militar de 1936, en el que desempeñaron una importancia vital».

A través de la misiva, el colectivo pretende que la institución católica participe en los homenajes a los «asesinados por defender la democracia» y, de este modo, se logre la «reconciliación» y un «cambio de rumbo» en la actitud de la Iglesia. «Hemos invitado a Rouco de buena fe porque su participación sería un acto de dignidad», ha señalado Afonso.

Bajo palio

En la carta dirigida a Rouco, en la que la Comisión solicita dar traslado de sus peticiones a Benedicto XVI, recuerdan que Franco entraba «bajo palio» en las iglesias acompañado de la jerarquía eclesiástica, la misma que hacía «el saludo fascista» al paso del dictador. La proximidad con los dirigentes del régimen la evidencian evocando las palabras del arzobispo de Toledo en el funeral de Franco, en las que mencionó a la «civilización cristiana a la que quiso servir». Asimismo le explican a Rouco que está documentado el «robo de miles niños y niñas» con la connivencia de las autoridades del franquismo.

Extraído de Público de 07/01/2011.

Noticia original en: http://www.publico.es/especiales/memoriapublica/355125/es-hora-de-que-la-iglesia-pida-perdon-por-tantos-actos-de-agravio

La fe se cuela en el templo de la ciencia

La universidad pública ofrece servicios religiosos católicos

Confesiones en varios idiomas, misas a diario, celebración de bautizos, bodas y funerales. Estos son algunos de los servicios que se ofrecen… en la Universidad de Sevilla. Lo hace mediante el Servicio de Asistencia Religiosa (Sarus), cuyo director es el capellán universitario. Como en la Hispalense, y según ha podido constatar Público, al menos 21 universidades públicas ofrecen, de manera permanente o puntual, servicios religiosos. Pero sólo católicos. 26 univesidades, algo más de la mitad de las consultadas por este diario, mantienen la estricta separación entre fe y conocimiento.

¿Y a qué se dedica un cura, propagador de un mensaje de fe, en la universidad, espacio de difusión de conocimiento científico? Según el capellán de la de Sevilla, Álvaro Pereira, el servicio de asistencia religiosa tiene como misión «colaborar en la formación integral de los miembros de la comunidad universitaria», ofreciendo, entre otros servicios, «asistencia espiritual».

Once universidades ofrecen un servicio permanente de asistencia religiosa, frente a diez que lo hacen esporádicamente. Con una misa a principios de curso, por ejemplo.

«Es una cuestión que entra dentro de la autonomía universitaria», aseguran desde el Ministerio de Educación, en el que desconocen el número de universidades que tienen acuerdos formales de colaboración con los obispados o cuántas ofrecen servicios religiosos. Tampoco la Conferencia Episcopal da una cifra. «Eso depende de cada obispado», explica un portavoz, que también afirma, antes de colgar el teléfono, que «la laicidad está pasada de moda».

Campus como el de la Complutense de Madrid, Illes Balears o Huelva tienen firmados convenios con sus respectivos obispados. La Universidad de Valladolid lo rubricó en 1988 con el obispo de Osma-Soria. En él se recoge que el director del Aula de Teología «será nombrado por el rector, a propuesta del obispado». Este, a su vez, realizará las labores de capellán universitario. Entre sus tareas se encuentran las «celebraciones litúrgicas». Eso sí, en el apartado de «economía» se deja bien claro que los gastos «corren a cargo de la universidad», que además facilita una «sede-aula». Es decir, dinero público para atender demandas religiosas privadas.

Cárceles y hospitales

Centros penitenciarios y hospitales también ofrecen este servicio, amparados por la Ley de Libertad Religiosa. Pero para José María Contreras, profesor de Derecho Eclesiástico y subdirector para la relación con las confesiones del Ministerio de Justicia, hay una diferencia clave entre ambos: en estos últimos, los usuarios «tienen una dependencia o sujeción» a los centros en los que permanecen internados, algo que no ocurre en la universidad. «Un alumno puede asistir a oficios religiosos en cualquier templo de su confesión», aclara Contreras, que en 1997 elaboró un informe para la Universidad Carlos III de Madrid en el que concluía que la asistencia religiosa en la universidad «es algo optativo, nunca puede ser obligatorio». Así lo estableció también en una sentencia el Tribunal Superior de Madrid ante la demanda de un grupo de estudiantes católicos de esta universidad que exigieron tener una capilla para el culto.

«Lo curioso es que justo detrás de la universidad había una iglesia», explica Contreras. En hospitales y cárceles, en cambio, sí es obligatorio prestar este servicio si un usuario lo solicita.

Presupuestos opacos

La Universidad de Sevilla ofrece al Sarus un despacho propio en su edificio principal del Rectorado. La financiación se realiza a través de los presupuestos de Extensión Universitaria. Sobre cuál es la cantidad de dinero que percibe el servicio, no hay respuesta ni por parte del gabinete de comunicación ni del propio capellán, encargado de gestionar las tres capillas repartidas en la diferentes facultades sevillanas.

El capellán Álvaro Pereira también es el responsable de atender a las personas de otras religiones que busquen este servicio. «Tengo buena relación con quienes acuden desde otras creencias», asegura. Sobre si estos están en desventaja respecto a los católicos, el capellán afirma que «el Sarus da la posibilidad a grupos minoritarios, que en sí mismos no tendrían significación en la universidad, de llevar a cabo con normalidad sus actividades, siempre que respeten los valores democráticos y el ideario propio de la universidad».

El profesor Contreras precisa: «Si no ofrecen este servicio no pasa nada, pero si lo hacen tienen que prestarlo en igualdad de condiciones con el resto de confesiones y convicciones. De lo contrario, pueden surgir problemas».

Disturbios

A veces, en efecto, hay problemas. En la única universidad de Catalunya que dispone de capillas católicas, la de Barcelona (UB), se viene produciendo semanalmente un sonado encontronazo entre alumnos que asisten a la misa de cada miércoles en la Facultad de Economía y otros que exigían laicidad.

Este último grupo denunció que, tras la fusión de las facultades de Ciencias Económicas y Empresariales, la capilla se instaló en lo que era una sala de estudio, quitando así espacio a los estudiantes. Pero desde el decanato aseguran que se abrirán, antes de Navidad, nuevas salas. Más que el espacio físico, es el debate sobre la laicidad en la universidad pública lo que enfrenta a ambos sectores. La UB mantiene desde 1998 un acuerdo con el arzobispado de la ciudad condal que la obliga a reservar un espacio de culto católico en sus instalaciones. Tras los enfrentamientos de principios de mes, la vicerrectora de Estudiantes, Gemma Fonrodona, se ha comprometido con la Asociación de Estudiantes Progresistas a debatir a fondo la cuestión.

En otro campus catalán, el de la Autónoma de Barcelona (UAB), el Servicio de Asistencia y Formación Religiosa (Safor) lleva 20 años prestándose. «Aquí somos muy respetados y no tenemos problemas», asegura Jordi Olivé, estudiante de Derecho de 23 años y coordinador del Safor.

Él defiende este servicio dentro de la universidad: «Igual que existen los servicios deportivos, debe existir este», opina Olivé, que asegura que hay días que pasa «más de 12 horas» en la universidad.

Los miércoles asiste a misa en la sala multifuncional, que los viernes es utilizada por musulmanes que desean realizar sus oraciones. También lo hacen de otras confesiones.

Extraído de Público de 05/01/2011

Noticia original en http://www.publico.es/espana/354695/la-fe-se-cuela-en-el-templo-de-la-ciencia

Cada vez me río menos con los obispos

«La Unesco tiene programado para los próximos veinte años hacer que la mitad de la población mundial sea homosexual.” -Demetrio Fernández, obispo de Córdoba-

Como le pasa a tantos anticlericales, mi primer impulso al oír un disparate en boca de un obispo es reírme, tomármelo a coña. Leo el discurso apocalíptico de Rouco del pasado domingo y me parto de risa. Luego leo al obispo de Córdoba hablando de una conspiración mundial para que nos hagamos homosexuales y criticando “la mentalidad anticonceptiva de nuestra época”, y me tiro por el suelo.

Y si quiero echarme unas carcajadas con amigos, les invito a casa y paso en pantalla gigante las ruedas de prensa del portavoz episcopal, que las tengo todas grabadas para cuando tengo el día tonto y no me llega con Aterriza como puedas.

Sin embargo desde hace algún tiempo cada vez que me río con un desbarre clerical tengo una visión: tras las lágrimas me parece ver, como una aparición fantasmal, a Rouco sonriendo mientras repite “Eso, tú ríete, tú ríete”, hasta que la risa se me congela y se vuelve sardónica. Y se me enciende la bombilla: ¿hago bien tomándome a chufa a los obispos, o debería empezar a tomármelos en serio?

Es verdad que la anacrónica jerarquía católica no necesita esforzarse mucho para resultarnos esperpéntica a los no creyentes y a no pocos de sus fieles: la estética rancia, la retórica sermoneadora y tremendista, lo retrógrado de sus opiniones, todo invita a la caricatura, y les sale solo, es su naturaleza. Pero tampoco me extrañaría que Wikileaks filtrase un documento interno de los obispos con instrucciones para exagerar todo eso que muchos convertimos en chiste.

Algo como: “Consigamos que los laicos no nos tomen en serio, que se distraigan haciendo gracietas, y nosotros mientras a lo nuestro, a consolidar el poder que ya tenemos y a ganar nuevas parcelas”. Sí, suena conspiranoide, pero el resultado al final es ése: nos reímos, caricaturizamos sus palabras, y lo convertimos en un asunto humorístico más que un problema político.

Y si uno se para a pensar el poder, privilegios e influencia que la jerarquía católica tiene aún a estas alturas, y la manera en que operan como lobby, integrando a grupos ultras muy bien organizados y muy activos, ya no da tanta risa.

Extraído de Trabajar cansa de 04/01/2011.

Artículo original en: http://blogs.publico.es/trabajarcansa/2011/01/04/cada-vez-me-rio-menos-con-los-obispos/